El hostelero Carlos Zamora acaba de abrir en la coqueta Calle Blanca de Navarra «La Vaquería Montañesa«, su nuevo restaurante donde ha usado la misma base del éxito que en los anteriores (Taberna La Carmencita y Celso y Manolo): el mejor producto de pequeños productores, elaborado de forma tradicional y servido en un sitio decorado con gusto y cariño por su hermana.
El local es una monada: techos altos, paredes blancas con fotos en blanco y negro, una gran barra de mármol que nos da la bienvenida nada más entrar, mesas de madera y detalles rurales en toda la sala. Me parece impensable que esto fuera en su día una vaquería. Enhorabuena a la familia Zamora-Gorbeña porque han sabido sacarle partido a cada rincón.
La carta ha sido elaborada por Fausto Alonso, el asesor culinario del grupo Deluz&Cía. Como las demás cartas del grupo, la extensión es una de sus características al igual que la presencia de productos ecológicos procedentes de pequeños productores de todas partes de España.
Nosotros empezamos con unas croquetas con truco: ossobuco, leche y harina ecológicos crean la magia de este clásico entrante. Encontraréis el grandioso sabor de un guiso que ha estado horas en el fuego dentro de estas croquetas, además de una fantástica cremosidad ;).
En esta casa somos unos grandes apasionados del pulpo a la plancha y nos gusta probarlo allá donde vamos. En la Vaquería Montañesa lo acompañan con curry y patata morada. Me encanta ver que se empieza a innovar en las guarniciones, como en este caso que ponen patata morada (más dulce que la normal)…me pareció una ideaza.
Leer Landa en la carta nos hizo decantarnos por los huevos fritos con morcilla de Burgos. Huevos ecológicos que fríen en buen aceite para conseguir que tengan puntillita. Unas patatas gajo crujientitas, morcilla bien frita y unas verduras asadas para aligerar y dar color al plato. De haberlo sabido me lo hubiera pedido de plato principal, porque me dio pena tener que compartirlo :).
Y el último entrante en venir fue la ensaladilla «viva nordic food y claus meyer». Un plato rico en grasas saludables (todos los omegas están presentes 😉 ) en el que cambian el atún por salmón salvaje de Alaska. Una ensaladilla totalmente diferente a la que estamos acostumbrados a tomar. Me gustó el toque que le da la cebolla roja y el sabor que aporta el salmón.
Como plato principal, cada uno pedimos una cosa. Para mi, rape negro a la plancha con gajos de patatas al romero y verduras asadas. Frescura y calidad caracterizan a este plato en el que no les hace falta añadir ninguna salsa porque la clave está en el producto.
Luisito se decantó por magret de pato finito y «croquant» con ensalada de rúcula, frambuesas, aguacate, parmesano y salsa cesar. Una carne que cada día me gusta más. Gracias a su elevada cantidad de grasa, se consigue una costra crujiente en el exterior que combinada maravillosamente con esta ensalada con frutos rojos.
Mi suegra tomó el tournedós de venado Rossini, acompañado de foie y trufa. Una receta mítica, que estaba rica de sabor pero que pecaba por tener la carne muy dura. El venado debía ser tan salvaje e indomable que era complicada de masticar ;).
Y Lucio se arriesgó con el frito de lechazo en taquitos. Hecho a la sartén como lo hacían antiguamente los pastores, lo que más le gustó a Lucio fue lo crujiente que estaba y lo bien fritas que estaban las patatas. Creo que la cebolla le sobraba y todo un acierto el toque de romero.
De postre probamos la cookie sin complejos caliente y blandita con helado casero de vainilla -receta del gran heladero Fernando Sanz– y chocolate caliente. Casi no me dio tiempo a probarla porque Luisito se la zampó en un abrir y cerrar de ojos.
Y el helado de yogur pasiego ecológico con streussel de frutos rojos. No estábamos muy convencidos con la elección, pero sin duda es un punto final perfecto para una comida que fue redonda. La acidez del yogur y los frutos rojos mezclada con el dulzor de las migas de cereales me recordó a las ricas tartas alemanas que prepara mi suegra :).
Mi recomendación: si sois unos amantes de la zona baja del barrio de Chamberí y os apetece comer algo sano, os recomiendo venir a conocer La Vaquería Montañesa, un lugar que alberga un ultramarinos, donde comprar productos ecológicos; un restaurante, donde probar uno de los 60 platos preparados con recetas perdidas y una barra de picoteo, donde podréis poneros finos a verduras asadas traídas desde Tutela. Cenar sale por 35 euros/persona con vino y probando un poco de todo.
La vaquería montañesa
Calle Blanca de Navarra 8, Madrid
91 138 71 06
2 comentarios en “La vaquería montañesa”