Una de las sorpresas de esta temporada ha sido Caray, uno de los restaurantes de los que mejores críticas había oído últimamente. Con menos de 6 meses de vida, se ha convertido en uno de esos sitios que hay que conocer en Madrid.
Al cruzar los inmensos cortinones de esta joya del Barrio de Salamanca sabes que algo bueno se esconde detrás. Ese verde esmeralda de la barra te hipnotiza nada más entrar. Y la combinación de negro y oro de la sala te enamora. El artífice de esta mezcla de colores ha sido el prestigioso interiorista Lorenzo Castillo, quien ha creado un ambiente elegante pero discreto.
En cocina, al mando de los fogones, se encuentra Miguel Ángel Román (cocinero y propietario de La Montería) junto con su hijo Adrián, quienes miman el producto creando platos con un único protagonista presentado con sutileza sobre un escenario de película. Cocina española bien elaborada y sin tapujos.
Y en sala cuentan con Valerio Carrera, jefe de sala y sommelier, que se desvive por que el cliente pueda vivir una experiencia gastronómica y enológica digna del sitio en el que está comiendo. Por ello, os recomiendo dejaros guiar por Valerio a la hora de escoger vino, ya que él os recomendará como nadie. Nosotros probamos COS PITHOS BIANCO del 2012, un vino blanco italiano envejecido en ánforas de terracota cuyo olor iba apareciendo a medida que se iba aireando.
Nuestra comida comenzó con un aperitivo de la casa, salmorejo con jamón ibérico y huevo. Con este cuenco empezó mi temporada de salmorejo. Me hubiera bebido un litro, sabía a Andalucía, olía a verano y sin quererlo me transportaba a la playa :).
Continuamos con una de sus prestigiosas frituras, las gambas gabardina invertidas. De lo buenas que estaban nos comimos hasta la cabeza ;). Fritura delicada y nada grasienta, se encarga de recubrir unas gambas de un tamaño bastante considerable.
Probamos las ortiguillas del Puerto de Santa María con alcachofas. Mar, mar y más mar…una sensación fantástica, pero que solo se lo recomiendo a los amantes del pescado y su sabor marino.
Las siguientes protagonistas fueron las verduras. Con este plato me demostró el chef que tenía un don, porque muchas veces con algo tan simple como una juliana de verduras demuestras lo que vales…fue uno de los platos que aún hoy recuerdo. Todas y cada una de las verduras aparecían en cada bocado. ¡¡¡Vegetarianos, nuevo sitio para disfrutar de unos platazos de verduras 🙂 !!!
Uno de los platos que más me apetecía probar era el tartar de atún. Román lo prepara acompañado con salmorejo y crujiente de jamón y tiene ese puntito de picante que engancha. Impresiona la frescura del pescado y la calidad del mismo.
Tenían ventresca de atún y la pedimos como buenos amantes del atún. La preparan en tataki y la acompañan de una crema de ajo negro. La ventresca se deshacía en la boca nada más tocar la lengua. ¡¡¡Una pasada!!!
Cerramos la comida con un tartar de ciervo con crujiente de parmesano y acompañado de tres mostazas, una de ellas picante para aquellos que quieran potencia ;). Carne cortada a mano y bien aliñada. Una ración contundente y generosa, perfecta para compartir.
Una comida sana, saludable y equilibrada hasta el momento del postre, en el que no nos pudimos resistir a su buñuelo de chocolate. Basta un bocado para que explote y la boca se inunde de chocolate calentito. Mejor lo pedís y vivís la experiencia, yo no sabría describirlo con palabras :).
Mi recomendación: si os apetece cenar en uno de los restaurantes referencia gastronómicas del momento gracias a su refinada cocina, a su decoración glamurosa y a su ambiente íntimo, os recomiendo probar Caray. Cenar sale por unos 45 euros/persona dependiendo del vino que bebáis.
Caray
Calle Hermosilla 2, Madrid
914 85 78 01