Estas Navidades han sido de lo más gastronómicas y no sólo por la cantidad…si no por la calidad! Uno de los puntos álgidos fue la generosa invitación de Lucio por su 50 cumpleaños al famoso restaurante Filandón. La fama es más que merecida la verdad, porque es un lugar que te impresiona desde que entras con el coche. Un restaurante rodeado de naturaleza pero dentro de la ciudad, un lujo con el que no todos los sitios cuentan.
Filandón es una palabra muy usada en la zona de Asturias y León que significa «reunión alrededor del fuego donde se contaban cuentos, se recitaban romances, se hablaba de los chascarrillos de los pueblos, incluso se cantaba y se bailaba» y me parece un nombre de lo más acertado para este restaurante.
Y os preguntaréis, ¿quién está detrás de este negocio? Pues nada más y nada menos, que la familia García, dueños de las Pescaderías Coruñesas, quienes abrieron este maravilloso lugar en Noviembre de 2011 y desde entonces no les ha faltado trabajo. Lo impresionante es que Filandón tiene capacidad para más de 400 comensales y somos tantos los que queremos sentarnos en su mesa, que los fines de semana incluso doblan la ocupación del local.
Una decoración que enamora, incluso el baño está decorado con gusto y cuidado. Y encima una atención por parte de los camareros, de la que pocas veces encuentras. Sólo decir, que hay una mesa que va todos los fines de semana y se la tienen reservada especialmente para ellos, ¿dónde se ve ahora ese tipo de detalles?
Respecto a la comida, nosotros empezamos con media ración de croquetas variadas (carabineros y jamón). Os recomiendo probar las dos, porque cada una tiene su toque, aunque si tuviera que elegir me quedo con la de carabineros, porque ese sabor a mar envuelto en bechamel…pocas veces lo podréis probar.
Como sugerencia del chef, tenían unos huevos fritos con angulas, que no nos resistimos y los pedimos para picotear. ¡¡¡Qué acierto!!! Es verdad, que no viene mucha cantidad de angulas, pero la mezcla de las patatas, el huevo y la angula es bestial. Es el típico plato, con el que sabes que se antepone la calidad a la cantidad.
Seguimos con las patitas de pulpo de roca a la brasa, un entrante que debería ser obligatorio. Viene acompañado de un suave ali oli, que junto con el pimentón, hacen que este plato tan sencillo sea fabuloso.
Como platos principales pedimos el rodaballo, de un tamaño muy considerable, que acompañamos con unas patatas fritas caseras y lo más seguro que del norte, porque madrileñas no creo que fueran ;). El sabor del pescado era exquisito y el ajillo que lo acompañaba no enmascaraba dicho sabor, cosa que se agradece y que demuestra la calidad de la materia prima.
Yo quería pedir el lenguado Evaristo, ya que soy partidaria de pedir aquello que lleve el nombre de la casa (Evaristo García fue el fundador de las Pescaderías Coruñesas) pero no les quedaba, así que opté por el pixín, que lo había visto en otra mesa y tenía una pinta espectacular. No sé como estará el lenguado, pero el rape me supo a gloria. Jugoso, bien hecho, sabor a brasas y aliñado con una vinagreta de aceite y ajitos buena buena :).
De postre nos decantamos por la oblea caliente de manzana con helado de vainilla, porque se nos antojó. Un postre clásico, que no en todos los lados la hacen tan buena como aquí. Un hojaldre fino, crujiente que sujeta con mucha elegancia unas rodajitas de manzana asadas y caramelizadas, sobre las que espolvorean azúcar moreno y culminan con un buen helado de vainilla. Una combinación ganadora, se mire como se mire.
Y la bomba de chocolate, que también venía acompañado de helado de vainilla. Merece la pena esperar 10 minutos, porque tienen muy bien cogido el punto del bizcocho: cremoso por dentro y duro por fuera, como tiene que ser. Está hecho con chocolate negro, por lo que no es un postre empalagoso, aunque lo parezca.
Mi recomendación: si buscáis un sitio donde ir a celebrar algo con familia o amigos y queréis que el protagonista sea el producto que os vais a comer, creo que no debéis dejar de reservar en Filandón, porque el éxito está más que asegurado. Cenar sale por 50 euros/persona sin vino, pero compartiendo primero y postre y tomando un segundo más que consistente. No olvidéis que hay que reservar, porque siempre están hasta la bandera, pero lo bueno es que no cierran la cocina entre servicios por lo que se puede comer a las 18:00 sin problema ;).
Filandón
Carretera Fuencarral-El Pardo, (M – 612) Km. 1,9, Madrid
Me encanta este sitio!!! No me canso de repetir, es una maravilla… Aunque nunca he probado el pixín, lo apunto para la próxima vez! Gracias.